martes, 21 de mayo de 2013

DIEZ PALABRAS AL BORDE DEL AVISMO

Asueto
Era una de las palabras más agradables para los niños del colegio en los años 60. El asueto era el descanso de los miércoles por la tarde, cuando no había que ir a clases. Los otros días, lunes, martes, jueves y viernes, la jornada terminaba casi a la cinco. El asueto era la pausa esperada en la dura actividad académica.

Zapatones
Los inviernos en Bogotá eran violentos. Cuando caía uno de esos aguaceros de padre y señor mío, papás y tíos se ponían, además de gabardina o encauchado (otras dos palabras en desuso), unos zapatos de caucho que se ajustaban a los de cuero para protegerlos de charcos y salpicadas de agua. Se llamaban zapatones. Hace años (por no decir "siglos") que no veo un par de zapatones.

Bollos
Los ahora llamados envueltos de mazorca se llamaban bollos. La mamá decía: «¡Niños, bajen a comer, que los bollos están listos!». Con la llegada masiva de paisas a Bogotá, a finales de los 50 y principios de los 60, dejamos de decir bollos, porque a ellos les sonaba muy feo, y pasamos a decir envueltos. Los costeños no han tenido inconveniente en conservar su palabra y siguen comiendo bollo limpio.

Ariquipe
El dulce de leche que las mamás preparaban en la casa se llamaba ariquipe. Yo raspaba la olla cada vez que mi mamá lo preparaba. Cuando Alpina industrializó el ariquipe, a alguien más papista que el papa se le ocurrió que la palabra derivaba de Arequipa, Perú, y que lo correcto era arequipe, con e. Así se quedó. Ahora hay que decir arequipe.

Bregar
Cuando algo era muy difícil se decía que había que bregar mucho para lograrlo. Y de ese verbo derivan dos sustantivos, que cada quien usaba según su preferencia, briega y brete, «¡esta sí es mucha briega, mijo!» o «¡qué brete tan terrible!».

Zoroco
Sinónimo de bobo o de pendejo era este zoroco, que no sé si algo tendría que ver con la población boyacense de Zoracá, pero si de jalar las orejas se trataba, los papás le decía a uno "¡No sea tan zoroco, mijo!".

Amalaya
De las palabras 'ah mal haya', se usaba para indicar que se echaba de menos algo. Por ejemplo, en el sopor del cansancio y el calor, "¡amalaya una gaseosita!".

Víspera
Es 'el día anterior', pero ya nadie la usa, salvo que esté cantando "La víspera de Año Nuevo, estando la noche serena...". Antes era habitual, "si quieren nos reunimos la víspera, para ensayar".
Es inevitable que algunas palabras dejen de usarse. Algunos aferrados al pasado pensaríamos que nuestro querido idioma castellano está en vías de extinción. Nada más errado que ese pensamiento. En realidad, así como salen algunas palabras de circulación, otras muchas entran en ella. Desde 2001 la Real Academia de la Lengua intenta actualizar la cantidad de vocablos que surgen día tras día.

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